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Las fuerzas militares del Ejército Popular de Corea nos reciben en una vieja casona ocupada en Grosvenor Place, Londres. Somos conducidos a una sala llena de banderas de dicha nación proscrita, y nos sentamos ante un majestuoso equipo G56i para probar Homefront: The Revolution bajo la estricta supervisión de las autoridades (ficticias, claro) del Reino Ermitaño. Después de 5 años de un desarrollo lleno de altibajos, ¿ha logrado Dambuster Studios salvar este accidentado proyecto?
En primer lugar, cabe aclarar que Homefront: The Revolution, en palabras de Hasit Zala, cabeza de Dambuster Studios, no es una mera secuela, sino un reboot completo de la franquicia Homefront. El juego pasó de ser un shooter pasillero típico de inicios de esta década a ser un mundo abierto dentro del estándar actual. El asunto no fue nada fácil: tuvieron que replantear por completo la historia, mecánicas y visión de la franquicia, descartando material viejo e intentando tenazmente incorporar las nuevas ideas y propuestas que Dambuster Studios ha hecho al género de mundos abiertos contemporáneo.
Homefront: The Revolution es esencialmente un juego de guerrilla ambientado en Philadelphia, la ciudad donde dieron la campanada que inició la Revolución de Independencia de los Estados Unidos. En una línea del tiempo alternativa que recuerda a la de The Man in the High Castle, Corea del Norte se convierte en una súper potencia gracias a la corporación APEX, que desarrolla todo tipo de tecnología civil y militar. Estados Unidos cae en una fuerte crisis financiera y, finalmente, el equipo comprado a APEX tiene vulnerabilidades que el Ejército Popular de Corea explota para imponer una ocupación en toda Norteamérica. Ocupada y gobernada por colaboradores, la ciudad de Filadelfia agoniza con una economía deprimida bajo el duro gobierno de los norcoreanos, pero bajo esta desesperanzadora superficie se está fraguando una revolución.
Corea del Norte se convierte en una súper potencia
El modo de un jugador de Homefront: The Revolution comprende una campaña desarrollada en diversos sectores de la Philadelphia ocupada. Hay tres tipos de zonas en este futuro alterno: las "Green Zones", que en terminología militar se refieren a las zonas que el ejército invasor ha acondicionado para que sus oficiales y gobierno títere vivan (como la que hay en Bagdad); las Yellow Zones, que representan la vida diaria de la población común sometida a la ocupación, y las Red Zones, las zonas de conflicto a las afueras de la ciudad, sometidas a fuego constante y donde la resistencia es más poderosa. En el juego, nuestro protagonista recibirá diversos tipos de misiones que se desarrollan en cada zona: en la Green Zone se trata más de infiltración y sabotaje debido a la presencia dominante de los norcoreanos, en la Yellow Zone se trata sobretodo de incitar a la rebelión con acciones como sabotaje, atentados contra los ocupantes y propaganda, mientras la Red Zone presenta acción pura y dura, toma de bastiones y duras batallas.
Durante mi experiencia de un jugador, disfruté varios segmentos de la campaña y pude experimentar cómo funciona el sistema de juego en las diversas zonas que integran el mundo abierto de Homefront. En primer lugar probamos el inicio de la campaña, en el que tú y otros rebeldes son salvados a último momento de morir en garras de los feroces interrogadores del ejército norcoreano gracias a la oportuna aparición del legendario cabecilla de la resistencia, quien desea que envíes un mensaje a sus colegas. Sin embargo, pronto dicho héroe será capturado y tendrás que unirte a la guerrilla bajo el mando de la psicótica pero convencida patriota Dana y el resto de los miembros de la resistencia contra Norcorea. A partir de este momento desarrollas todo tipo de misiones por la resistencia, como tomar bases, sabotear equipo del ocupante, salvar unidades de la guerrilla, recuperar información o recursos, etcétera, mientras se desarrollan ocasionalmente espectaculares secuencias de acción que nos llevan a través de una historia de resistencia cada vez más intensa y desesperada.
El juego presenta un sistema de mundo abierto que recuerda un poco a FarCry por la presencia de zonas de choque (strike points), fortalezas y una dinámica de acción fps, y un poco a Assassin's Creed en la interacción con NPCs, entornos urbanos e historia. Una característica importante del juego es que tu entorno cambia y evoluciona con tus acciones. Algunas misiones son llamadas "Heart and minds", es decir, "ganar corazones y mentes" en la jerga militarista estadounidense, y consiste en crear las condiciones para una revolución contra Norcorea. Al inicio eres mal visto incluso por la población civil, ya que eres una fuente de problemas para ellos, pero conforme hagas disrupción contra el ocupante la multitud será más favorable a ti y el entorno urbano cambiará, con más actos de vandalismo contra la iconografía norcoreana, pintas con consignas rebeldes, etc. El resultado es un mundo abierto que hasta cierto punto cambiará con tus acciones más allá de la vieja dinámica de bases capturadas a la que nos tienen acostumbrados títulos como FarCry, aunque habrá que ver cómo se integra esto con la historia.
La característica más importante del juego es que tu punto de vista no es el de un protagonista todopoderoso y legendario (ése es más bien el líder de la resistencia al que conoces al inicio), sino de un tipo promedio que entra a una lucha desesperada contra una fuerza muy superior tanto tecnológica como tácticamente. En el juego, este elemento de precariedad queda reflejado en las armas y coleccionables, que tienen un aire de improvisación y están basados en el armamento de ejércitos rebeldes como los de las guerras civiles en Siria y África. Por ejemplo, mucho de tu armamento son simples pistolas modificadas con expansiones que las convierten en rifles de francotirador, rifles de asalto, etc. Utilizas carritos de juguete con explosivos para atacar tanques y aprendes a hacer molotovs y otros explosivos caseros como en la vida real. En resumen, Homefront: The Revolution aspira a ser un simulador de guerrilla, y en ese sentido es un mundo abierto sumamente interesante, aunque queda por ver un poco qué tan bien se integrará este aspecto con la progresión narrativa.
Un mundo abierto sumamente interesante
En efecto, el otro elemento importante del modo single player de Homefront, y quizás un remanente de las fases iniciales del proyecto, es una serie de secuencias más lineales que van cimentando la narrativa, y de las cuales pudimos experimentar bastante. Lo curioso del juego es que es bastante difícil: por ejemplo, una secuencia que fue una verdadera pesadilla para mí fue intentar escoltar un vehículo de alta tecnología, el Goliath, al que la resistencia quería robar y reutilizar para sus propios fines. Oleadas interminables de enemigos y bastantes misiles RPG hacen de esa misión un verdadero infierno, pero esto habla bien del juego, que al menos ofrece un verdadero reto en muchas de sus partes en lugar de ser otro soporífero y fácil mundo abierto.
Asimismo, tuvimos la oportunidad de probar brevemente el modo multijugador del juego. Se trata de una experiencia táctica de guerrilla en la que tú y otros amigos cooperarán para efectuar misiones contra el ejército norcoreano. Es un multijugador asimétrico, pues confrontas enemigos con gran superioridad en armamento y números, intentando realizar objetivos como sabotaje, destrucción o toma de puntos de control. El multijugador cuenta con progresión, equipo, personalización de loadouts, compra de nuevo armamento y rangos, pero, lamentablemente, sólo se planea que sea cooperativo contra la PC debido al carácter asimétrico del mismo, aunque esperemos que Dambuster reconsidere el asunto. Por otra parte, el juego no carecerá de soporte, pues se planea lanzar nuevos mapas y contenido gratuito hasta un año después del lanzamiento como mínimo.
Voy a ser franco con mis lectores. No esperaba mucho del nuevo Homefront; un proyecto lleno de altibajos y problemas de desarrollo que auguraban un futuro complicado por decir lo menos. Sin embargo, parece ser que Dambuster ha hecho un trabajo bastante digno para dar forma a una franquicia y a un proyecto por el que muchos no apostaban gran cosa, y sacarlo adelante en una nueva industria donde los mundos abiertos y el gameplay emergente dominan. Después de todo, es la gente que nos dió Timesplitters hace ya tres generaciones, y su calidad como creadores de juegos permanece. Quizás no vaya a ser un juego definitivo, pero sí se avista un proyecto honesto que no hay que descontar de ninguna manera. En resumen, Homefront: The Revolution podría ser una grata sorpresa, un intento digno por parte de un estudio que ha luchado contra viento y marea por hacer su revolución.
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