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La comercialización de copias apócrifas de distintas formas de entretenimiento causa mucha controversia. La intención de este texto no es discutir las implicaciones morales, sociales o económicas del asunto, sino hablar de un fenómeno que se tradujo en una enorme ola de popularidad para la primera consola de Sony; aquella que, según la leyenda, pudo ser un aditamento para el Super Nintendo, pero los de Kioto decidieron cerrar esa puerta y no abrirla más. Es uno de los puntos de inflexión de la industria y nos lleva inevitablemente a pensar qué habría pasado si las cosas se hubieran hecho de forma distinta, especialmente en relación con el caso que estaremos revisando esta semana.
Estábamos a mitad de la década de los 90. El Super Nintendo ya iba de salida mientras el Nintendo 64 tocaba la puerta y nos introducía al universo tridimensional de Mario. Por otro lado, Sony había transformado el proyecto que originalmente desarrollaría en conjunto con la Gran N en una consola propia, la cual haría su aparición en 1995 en nuestra región. Nintendo decidió conservar el formato de cartuchos por una generación más, pero el PlayStation usaría discos, medio que en ese entonces estaba tomando mucha fuerza y cuyo costo de fabricación y compra era muy accesible.
Recuerdo que yo me aferré lo más que pude a mi Super Nintendo, ya que por la austeridad que en ese entonces se vivía en mi familia, no tuve la posibilidad de comprar el nuevo sistema. Sin embargo, un día un amigo llevó a mi casa su PlayStation y debo decir que me cautivó desde el principio. Evidentemente la consola de mi amigo tenía el famoso chip que la habilitaba para leer copias piratas, las cuales eran extremadamente baratas, por lo que su colección estaba creciendo rápidamente.
Aquí es donde inicia la curiosidad del caso. No recuerdo haber visto en aquella época una sola copia de un título original de PlayStation. Ni una sola. En aquel momento no existían las tiendas especializadas de videojuegos que hoy conocemos, por lo que nos servimos de donde pudimos: tianguis, tiendas departamentales y, por supuesto, la famosa Plaza Meave en el centro de la Ciudad de México. Cuando pasabas por los puestos de videojuegos, era muy común ver cartulinas en las que con plumón estaba escrita la frase: Play con chip (cantidad de dinero). La accesibilidad se echó en la bolsa a los jugadores, incluyéndome. Más de una vez escuché gente decir: prefiero PlayStation porque con lo que cuesta un juego de Nintendo 64 me compro 10 o más de Play.
Con el paso del tiempo cada vez fueron más y más personas las que se hicieron de una consola “chipeada” y de decenas de juegos, entre los cuales había mucha basura, pero también absolutas joyas que se convirtieron en tremendos clásicos. Estaremos hablando de eso un poco más adelante. Aunque la consola me dejó un buen sabor de boca desde que la conocí, al enterarme de cómo estaba siendo pirateada y del ridículo precio de los juegos, me sentí un poco desconfiado y recuerdo que pasó por mi mente la idea de que, siendo algo tan barato, seguramente tendría muy baja calidad. Con el tiempo descubrí que estaba muy equivocado. No soy defensor de la piratería, pero tampoco me daré golpes de pecho diciendo que nunca la he consumido. Lo que me llama la atención es cómo sirvió para darle impulso a una empresa que ya gozaba de gran popularidad en todo el mundo, pero que estaba haciendo sus pininos en el gaming. Estoy hablando sólo de nuestro país, aunque supongo que en el resto de Latinoamérica la situación fue similar.
Gracias a todas estas condiciones pude conocer algunos juegazos, así como darle seguimiento a sagas que iniciaron en la era del cartucho. Mis primeras experiencias fueron con Metal Gear Solid, del cual te hablé hace tiempo. Symphony of the Night me voló la cabeza y empecé a sacarle brillo al control con las múltiples entregas de Dance Dance Revolution. El amigo que mencioné antes y yo somos fans de los RPG, género que tuvo mucha presencia en la primera consola de Sony. Desde Final Fantasy hasta Chrono Cross, sin olvidar el maravilloso Legend of Mana, el sistema estuvo plagado de buenas historias y aventuras tan intrincadas que incluso los interminables tiempos de carga eran más llevaderos.
Un rasgo distintivo de este sistema es la capacidad de mostrar los famosos FMV (Full Motion Videos). Incluso recuerdo que algunos decían que sólo por eso era mejor que su contraparte de Nintendo. Creo que es una forma muy simplista de compararlos, pero es una realidad que esas secuencias cinemáticas marcaron una diferencia en cuanto a la experiencia de juego y la manera en la que se nos contaban las historias. Particularmente quedé cautivado con la escena introductoria de Final Fantasy VIII. Me pareció una obra maestra y un gancho perfecto para que los jugadores nos sintiéramos involucrados con la historia y los personajes.
En aquellos últimos años del milenio abandoné un poco el barco de Nintendo y me di la oportunidad de jugar otro tipo de títulos en una consola distinta. Muchas veces pensé que una de las grandes ventajas de comprar los juegos a un precio tan bajo era que nos podíamos dar el lujo de comprar títulos malos sin lamentar haber gastado mucho dinero en ellos. Recuerdo que cada vez que iba de compras regresaba con una buena tanda y me emocionaba probar cada disco. Jugué propuestas de todos los géneros, porque el catálogo daba para eso y más y entendí por qué algunos estudios le habían dado la espalda a Nintendo. Como ya te imaginarás, me hice de una buena colección. Lo único que nunca me gustó fue que algunos juegos vinieran divididos hasta en 4 discos, aunque entiendo por qué sucedía eso. Uno de los títulos que más disfruté en esta categoría fue Fear Effect y su precuela Fear Effect: Retro Helix.
Siempre me he preguntado qué hubiera pasado si no se hubiera dado este fenómeno de la venta masiva de copias para esta consola. Como ya dije, la oferta de juegos era impresionante y creo que en gran medida a eso se debió su rotundo éxito, pero hablando particularmente de México, no puedo evitar llegar a la conclusión de que el comercio informal ayudó bastante para que filas interminables de títulos llegaran a nuestras manos y nos enamoráramos de ellos. Recuerdo con mucho cariño el efecto de sonido y el logotipo que aparecía al encender la consola. También recuerdo que aprendimos que, si aparecía el logotipo de PlayStation en la segunda pantalla, eso quería decir que el disco había sido leído correctamente.
Aunque antes había jugado un poco de Sega Master System, con el PlayStation me di la oportunidad de expandir mis horizontes. En los últimos años he volteado a ver a Xbox y a las consolas de Sony y mi experiencia ha sido de lo más agradable. También sigo pendiente de lo que hace Nintendo, por supuesto, pero me da gusto haber dado ese salto y que el inicio de esta aventura haya sido esta fabulosa consola que tantas horas de diversión nos dio.
¿Cuáles son tus juegos favoritos del primer PlayStation? ¿Crees que su éxito se debió a la piratería? Espero tus comentarios y nos vemos en el próximo #ViernesRetro.
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