Y ahí me encontraba yo, solo contra cinco individuos, su única consigna, la de cazarme, por si fuera poco el marcador les favorecía de más, pues no conformes con sus cinco vidas, aún tenían tres más en reserva. Mientras tanto, mi equipo únicamente se mantenía a la espera de que se acabara la ronda con mi cuerpo inerte sobre el pavimento de Punto Muerto, sin embargo, estaba a escasos momentos de protagonizar una hazaña digna de contar.
Dentro del mapa, me encarnó Samantha Byrne, la cual se dejó llevar tal cual pluma atrapada en una corriente de aire.
Antes de enfrentar la furia del clan rival, presencié cómo mis tres aliados incógnitos acabaron con nuestras vidas, sin lograr disminuir el número de nuestros rivales, por si fuera poco, mi compañero el cual conversaba por una charla privada, demostró que a pesar de dedicarle decenas de horas al duelo por equipos, hay personas que simplemente no dejan de comportarse como verdaderos novatos.
El sonar de las campanadas daba la cuenta regresiva, lo cual aumentaba el latir de mi corazón que resonaba desde un punto lejano pero seguro, pues mis dotes de francotirador dejaron un par de cuerpos decapitados a su paso.
No obstante, el momento llegó; sin más balas de mi rifle, con los bolsillos vacíos en mi mochila de granadas y solamente 15 balas de Gnasher y un puñado de la pistola común; el margen de error era casi nulo.
A la espera del primer enfrentamiento, me situé en las escaleras traseras donde la Gorgon descansaba con la esperanza de ser la diferencia en la batalla, empero, sus ilusiones si vinieron abajo cuando aparecieron un par de enemigos, uno de cada lado, el triángulo mortal me declaró como vencedor parcial, luego de oscilar mi escopeta con vehemencia al unísono del “zigzag” que me permitió “rebotar” en las paredes cercanas, pero con un gran escudo rojo al centro de la pantalla.
Sin el tiempo para recuperarme y recoger munición eche a correr, pues los pasos de los Locust se escucharon al fondo del pasillo.
Mi agitada Samantha corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron, mientras que vi cómo un Theron, giraba una granada de tinta con el anhelo de aturdirme en la zona alta, ¡graso error! Le costó la vida, puesto que su cuerpo explotó en pedazos mientras aquella morena de curvas angelicales daba un salto del tigre para evitar la expansión del arma lenta pero letal.
Hasta ese momento, había cobrado tres vidas, pero mi arsenal se redujo drásticamente, pues sólo tenía siete balas de Gnasher.
Como el gran cazador que soy, esperé el momento en que una reina Locuts bajó por las escaleras del Francotirador, no sin antes tomarlo, pero el gusto le duró poco pues su participación acabó, sin darle tiempo para que se defendiera.
Nuevamente corrí, gracias a las indicaciones de mi compañero quien sirvió como guía, me situé al otro lado de la pared y apliqué la misma técnica de momentos antes. Los disparos a distancia comenzaron a perseguirme, por lo que decidí regresarme. En mi camino, volví a toparme con un Drone, quien se asustó de inmediato al ver a su verdugo al cual no le afectaron los impactos de su Hammerburst.
Aunque tenía dos enemigos más que me impedían alcanzar la cima de esa ronda (la cual igualaría el marcador), mi munición se convirtió casi nula pues sólo tenía una oportunidad con la escopeta y alrededor de 15 balas de pistola.
(Mi compañero me afirmó que el trayecto hacia el Excavador era seguro).
Ya con esta nueva arma entre mis manos, encaré a mis persecutores, lacé una vez el peculiar explosivo, sin tener éxito, el segundo estruendo tuvo el mismo desenlace, acorralado contra la pared disparé hacia el aire mi último “rastreador” mientras imploraba por tener buena puntería%u2026
Con júbilo vislumbré cómo aquella maquina hizo su trabajo en el pecho del Drone el cual movió sus brazos como loco, consecuencia del dolor que sintió, pero que al final terminó con un increíble estallido de viseras y sangre.
Anonadada, la última Myrrah emprendió su camino con el objetivo de cobrar venganza, mientras que yo me escondí entre los cubículos de concreto cerca de la granada de tinta la cual estaba a disposición, pero que resguardaba mi última piedra en el camino.
Aunque pareciera que el último choque sería fácil, la realidad es que sólo tenía una bala en mi escopeta, por eso decidí seguir con mi camino para alcanzar el empate. Con escasos 20 segundos en el reloj, consulté una vez más a mi guía, quien de forma torpe se convirtió en mi enemigo al indicarme el camino por la izquierda para poder huir, pues la reina Locust desapareció de mi vista. Realicé la acción, pero de la nada, apareció ella...
El odio hacia mi “compañero” provocó que la sangre me hirviera, al mismo tiempo que temí por mi vida dadas las condiciones del momento, pero fue mi instinto asesino y grandes reflejos productos de años de práctica, que me llevó a apretar el gatillo y usar mi última oportunidad, con cinco segundos restantes%u2026
Como si fuera la escena final de una película estadounidense, la gloria me rodeó, mientras escuchaba las felicitaciones que demostraban el asombro de propios y extraños, pues mi disparo final nos dio la victoria de la ronda mientras que la cabeza de mi rival se desintegró en un halo de euforia.
Aunque el desempate fue un rotundo fracaso, pues nos dieron una paliza, a pesar de repetir una gran actuación de mi parte, fue esa hazaña que recordarán los que la presenciaron, puesto que no conforme con eso, ésta ronda dio inicio a un reinado de Samantha Byrne bajo mi mando, la cual atormenta a los jugadores que suelen probar el sabor de mi pólvora en los numerosos duelos que tengo en Gears of War 3.
Adultez gamer.
por Kingcool {"src_avatar":"https:\/\/cl2.buscafs.com\/www.levelup.com\/public\/uploads\/images\/34118\/34118_64x64.jpg","nickname":"Kingcool","user_name":"Mario B","user_link":"\/usuario\/Kingcool","posts":3613,"theme":"default","cover":false,"status":true}
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