Hola compañeros levelupanos, navegando por Internet me encontré con esto y quise compartirlo.
Por Víctor Ayora Arenales
La industria del videojuego acaba de poner fin a la campaña navideña tras la llegada de los Reyes de Oriente. A buen seguro muchos de los paquetes que se encontraban al lado del plato de galletas vacío eran nuevos juegos para las consolas más comunes hoy en día. A saber: PlayStation 4 y Xbox One.
Las máquinas de Sony y Microsoft son las dueñas absolutas de la generación actual, y en muchas ocasiones se olvida que hay otra opción en las tiendas. Una alternativa con nombre clásico (Nintendo) que ha quedado enterrada en un mundo de realismo y lucha exacerbada por ver quién es el más fuerte.
Nintendo lleva años fuera del guion establecido. Aunque si se piensa bien, uno se puede dar cuenta que en realidad la compañía no ha cambiado demasiado a lo largo de los años. El guion fue alterado por otros actores. Y los nipones decidieron ir por su cuenta y no sumarse a la transformación de la industria: fotorrealismo, explosiones, historias complejas...
Su terquedad, porque en realidad no hay otra palabra que defina mejor la política de Nintendo, ha hecho que quede relegada a un plano secundario ante la avalancha de títulos anuales que ni por asomo aparecen en sus consolas (Wii U y 3DS). De hecho, muchos estudios han dejado de lado a Nintendo. Sobre todo a su plataforma de sobremesa. En Wii U no hay (ni habrá) FIFA ni Call of Duty nuevos. Lara Croft no se moverá alegremente por los circuitos de la máquina japonesa y a Rockstar no se le ocurrirá en la vida llevar un GTA al sistema nipón.
Sin embargo, Nintendo ofrece al jugador magia: un sortilegio ancestral que transporta a las personas a través del televisor a un mundo de fantasía como ninguna otra compañía puede realizar. La música invade y alegra los sentimientos del jugador; mientras que la jugabilidad asalta todos los sentidos. Los juegos de Nintendo son sueños a los que hay que aferrarse para evadirse de la parafernalia que reina por otros lares. Aunque sea solo en Navidad. Ya habrá tiempo para volver a la lucha.