Adiós, mi Samsung Galaxy ACE 4. Vaya que fuiste un teléfono bien basura. No aguantabas más de cuatro apps instaladas, te congelabas y te reiniciabas muy seguido, el teclado se te desaparecía como por arte de magia justo mientras escribía, decías que no había internet incluso conectado al Wi-Fi, todas las aplicaciones las corrías bien lento (hasta las lite) y la duración de tu batería era un chiste. Ojalá hubiera investigado las especificaciones recomendadas para un teléfono con Android Kit Kat, pero fui impaciente y estúpido; me sedujiste con tu precio y con esa vaga noción de que Samsung "es buena marca". Como sea, te compré en diciembre de 2015, y a pesar de lo mierda que fuiste, ¡cómo nos divertimos! Fuiste, además, mi primer teléfono celular, y me enorgullece que te haya cuidado lo suficiente como para no romperte la pantalla nunca.
Tus últimos días comenzaron con tus constantes mensajes de "servicios de exchange" y demás. Tu condición empeoró cuando ya ni siquiera arrancaba el sistema y solo mostrabas el logo de Samsung, a menos que te apagara, te quitara la batería y te volviera a encender unas 20 veces o más.
Al final ya nunca despertaste del coma. Quiero pensar que tu fin fue pacífico y sin dolor. Que donde sea que hayas ido ahora, no le vayas a soltar a nadie las fotos que no alcancé a pasar a la memoria SD. Nunca te olvidaré, pues fuiste un constante distractor que hizo el día a día más ameno con redes sociales y memes y los grupos de whatsapp. Gracias por todo, Samsung Galaxy ACE 4.