[p]Cuando Steve Guinsoo Feak creó Defense of the Ancients, nunca imaginó que su modificación de Warcraft III se convertiría en un fenómeno mundial que en términos de afluencia multijugador, superaría incluso la del estratégico juego de Blizzard; curiosamente su sucesor IceFrog, que tomó las riendas DoTA: All Stars, tampoco soñó que Valve se le acercaría para ofrecerle la oportunidad de crear una secuela. Ahora ambos son celebridades, fruto de su trabajo y creatividad, pero que visto desde una perspectiva estricta, nunca hubiera sido posible sin la presencia del Word Editor, y por supuesto, la existencia de Warcraft como franquicia, o al menos esa es la mentalidad de Blizzard Entertainment.
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Desde que se anunció DOTA 2, Blizzard se mantuvo estoico, hasta entusiasmado de que Valve hubiera tomado en sus manos una propuesta tan interesante; después de todo, la labor con Team Fortress 2 dio pie a un juego atractivo y por demás divertido. El problema es que los creadores de StarCraft también están trabajando en su versión de DOTA y frente a posibles conflictos legales por registro de propiedad intelectual, Blizzard levantó un acta de oposición en la Oficina de Patentes y Registro de Marcas de Estados Unidos para evitar que Valve se adjudique el nombre.
Con relación al documento que emitió el departamento legal de Blizzard, el intento por detener a su competidor surge del derecho creado a través de siete años en que la compañía y su comunidad han tenido pleno uso del nombre y todo lo que implica, a lo que uno de los voceros de la compañía agrega: Por virtud de ese uso, la marca DOTA está fuertemente asociada con Blizzard, y por supuesto con Warcraft III en la mente de los consumidores. En cambio, Valve no tiene un producto previo que tenga conexión, por lo que al intentar registrar la marca, busca apropiarse de más de siete años de buena fe que ha cultivado Blizzard.
[p]Anexo a mucha historia de desarrollo de Warcraft III, y curiosamente también de los eventos que suceden dentro del juego, el documento hace hincapié al decir que tal movimiento por parte de Valve no sólo dañaría a Blizzard, sino a las legiones de fans, y el hecho de que supuestamente, la gente comenzaría a pensar equívocamente que los productos de la empresa de Gabe Newell están asociados con los que fabrican los autores de Diablo.
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Indudablemente es una desgracia que se llegue al extremo del recurso legal, cuando ambas productoras tienen fama de razonables, y queda en duda si en algún momento entablaron dialogo formal respecto a la utilización de la marca. Es especialmente irónico, pues estas dos vertientes de DOTA no son las únicas, y ya hay una categoría de eSports enfocada en el estilo que impuso este juego, esquema que League of Legends y Heroes of Newerth están explotando con muy provechosas ganancias, así que al parecer, la disputa de un nombre se supondría innecesaria. Lo único que queda esperar es que lleguen a un acuerdo, pues ambas compañías tienen ya perfecta capacidad de retrasar sus juegos por cuenta propia, para que un proceso legal obstaculice los proyectos aún más.
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