Cuando el Nintendo Wii comenzó su trayectoria de éxito, todo mundo pensaba que sería una consola enfocada en el público casual e infantil; al final, teníamos razón, pero eso no fue impedimento para que surgieran interesantes propuestas con un especial perfil de violencia y acción. Aderezado con original diseño visual y narrativa fuera de lo común, No More Heroes es un ejemplo estelar. Esta creación del genio Suda51, de quien ya habíamos recibido el magistral Killer 7 –y hace pocas semanas Shadows of the Damned–, está cargada de la locura y excentricidad tan característica en los juegos orientales, afortunadamente no al grado de lo desconcertante, al contrario, mezcla tantos elementos del cine y la cultura geek que seguro te sentirás identificado en varios momentos. Gracias a su enorme popularidad y en un intento de enamorar a más gente con su concepto, el estudio creador lanza una edición remasterizada de aquella primera aventura, actualizada en alta definición para PlayStation 3.

Hay elementos clave que determinan si la historia de un juego será envolvente: narrativa lógica y congruente, protagonista carismático, y que sus motivaciones tengan un significado relevante. Heroes Paradise –y su homólogo para Wii– no se apega a ninguno de los criterios anteriores, pero logra mantenerte pegado a la pantalla con su excéntrico relato, estimulando constantemente tu morbo.

Si nunca jugaste No More Heroes u olvidaste por completo el planteamiento, debes saber que el personaje principal, Travis Touchdown, es un cretino sin remedio. Difícilmente te encontrarás controlando a alguien tan fastidioso, petulante y bobo como él –con excepción de Duke Nukem–. Pero aunque tenga el carisma de una piedra en el zapato, su perfil de otaku (fanático del anime), geek de los videojuegos y adicto al porno, lo hace la mejor elección para el papel de antihéroe en esta peculiar aventura.

Tentado por la promesa de fama y fortuna, sin mencionar el deseo lujurioso de conquistar a la sensual y malévola Sylvia Christel, Travis se enreda en una extraña misión para asesinar, por muy extraño y exótico que parezca, a los asesinos más celebres de la ciudad, que casualmente son igual de excéntricos como el protagonista, algunos viviendo como estrellas de cine y rodeados de guardaespaldas, mientras otros pasan sus días de la forma más extravagante y extraña. En su objetivo de eliminar a la competencia y convertirse en el número uno, debe enfrentar a los asesinos y sus incontables secuaces, usando como arma su más reciente juguete comprado en Internet, una katana láser –inspirada completamente en los sables Jedi–. Pero eso sólo son los detalles superficiales, todos los elementos y argumentos de la narrativa tienen un tono de ridícula comicidad, los personajes principales son absurdos en tanto los cinemáticos desbordan demencia, lo que resulta en un cuento peligrosamente adictivo.

Lo anterior es sumamente favorable, porque a pesar del nombre, No More Heroes rara vez nos traslada a un paraíso virtual. Especialmente válido durante las peleas, pues son un monótono festival de botonazos, sólo interrumpido por la ocasional maniobra de lucha cuerpo a cuerpo, o los movimientos ultra violentos para rematar a los enemigos. Y para empeorar el panorama, el diseño de los niveles rara vez varía de corredores lineales y estériles, atestados de repetitivas oleadas de enemigos. En compensación a estos defectos, el combate demuestra su valor épico durante los enfrentamientos con los jefes, momentos en que la intensidad es casi abrumadora y el toque excéntrico envuelve la batalla.