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Podemos resumir la noción básica de un asedio como 2 lados que luchan por conseguir sus respectivos objetivos: fortificar y penetrar una barrera. En Rainbow Six: Siege los desarrolladores han expandido dicha pared a una fortaleza completa.
Eso fue lo que el equipo detrás del título nos explicó en el E3 2014. Al salir de la presentación a puerta cerrada noté cómo Miyamoto, junto con otros desarrolladores de Nintendo, entraban a ver el juego. No me extraña; después de todo, este tipo de sistemas de juego contenidos y complejos son compatibles con la ideología de Nintendo: el gameplay es primero.
Lo primero que nos señalaron los creadores al comenzar la demostración es que se han enfocado completamente en el multijugador. Fue su prioridad en todos los aspectos, así como la noción del enemigo tras la pared que debes enfrentar. Por lo tanto, la mayor parte de los avances tecnológicos se enfocaron en esa dinámica.
La destrucción del entorno ocupa el protagonismo del diseño: podrás destruir prácticamente cualquier pared. Las implicaciones estratégicas de esta capacidad son enormes. Imagina que un enemigo se cubre de tal forma que es imposible flanquearlo; sin embargo, a su derecha hay una pared que obstruye la línea de disparo de un compañero tuyo de equipo. Abres fuego sobre esa pared y creas un agujero que permita a otros jugadores acabar con el rival. Otras alternativas incluyen reforzar un muro y, posteriormente, disparar para crear una especie de visor por el cual podrás espiar o disparar a los atacantes.
El resultado de esta dinámica es que ambos equipos deberán dominar el control de la destrucción del ambiente. Los defensores, antes de comenzar la partida, podrán fortificar paredes, puertas y ventanas, mientras que los atacantes tendrán a su disposición bots, para recabar información, y explosivos, para superar las barreras. La tensión reposa en romper el equilibrio entre reforzar y penetrar. Que el escenario de combate sea una casa de varios niveles tampoco es fortuito: puedes colocar explosivos en el piso. Incluso me tocó ver cómo una carga no consiguió volar completamente una pared, por lo que fue necesario colocar un segundo explosivo. Detalles como éste convierten el terreno de juego en un verdadero tesoro para los amantes de la estrategia cuidadosa.
Olviden ese estilo de juego precoz y descontrolado. En Rainbow Six: Siege el éxito radica en ser metódico, preciso y en la buena comunicación con el equipo. Observar y planear son rasgos esenciales para los atacantes, mientras que la estrategia y la noción del espacio ayudarán a los defensores. El objetivo, como pude experimentar en una sesión breve de 3 partidas, es obtener el control de un rehén que ha sido secuestrado. Otra forma de terminar es eliminando a todos los miembros del grupo rival.
La idea básica, para los defensores, es fortificar ventanas, paredes y establecer posiciones a lo largo de la casa para defenderla. Los atacantes deben planear la mejor ruta y aprovechar la inteligencia que recabaron al comenzar la partida para encontrar los puntos débiles en la defensa. En la modalidad que probé los jugadores sólo tienen una vida; sufrir muchos disparos te dejará tirado en el piso, donde un amigo puede revivirte. Si nadie te ayuda o recibiste demasiado daño (como el provocado por una explosión), morirás.
Cada bando posee distintas clases que seleccionará antes de empezar la partida. Hay unas con escudo, que funcionan como vanguardia, mientras que hay otras con rifles de francotirador, explosivos, escopetas, defensas móviles, etcétera. La dinámica del título gira en torno a trabajo en equipo organizado y meticuloso, en oposición a propuestas como Team Fortress 2, que son más frenéticas.
Siege fue una grata sorpresa. Es raro en esta época que una mayor capacidad técnica aporte algo al sistema de juego. En este caso, en lugar de añadir más partículas, prefirieron hacer el escenario destruible. La contribución es sustancial, interesante y añade profundidad al título. No podemos esperar a jugar la versión final.
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