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“Pero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos (...) enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma. | Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, (...) yo procederé en contra de vosotros con ira, y os castigaré aún siete veces por vuestros pecados. | Y comeréis la carne de vuestros hijos, y comeréis la carne de vuestras hijas.” —Levítico 26:14-29
Argumentando ser justicieros celestiales o incluso la encarnación misma de un ser divino, incontables individuos han cometido atrocidades que se remontan a los orígenes de la humanidad. Al adaptar para su conveniencia cada palabra de los textos religiosos —como el que está aquí arriba—, estos sujetos han sido muestra de lo más deplorable de la condición humana. Lo irónico es que están entre las mentes más interesantes y fascinantes de la historia; tal vez por eso Red Barrels Studio decidió tomar dicho perfil como pilar de Outlast 2, para contar un relato polémico, grotesco, emocional y sumamente terrorífico.
Continuando la esencia del título original, esta nueva entrega se centra en 2 cualidades: mostrar lo malévolo de la naturaleza humana y, al mismo tiempo, envolvernos en una experiencia genuina de survival horror. Lo anterior significa que en lugar de avanzar valiéndote de combate —un cliché muy desgastado en casi todo el género—, aquí debes sobrevivir escapando, sin posibilidad alguna de defenderte. Si bien numerosos juegos han fallado al implementar dicha mecánica, como sucedió con Siren o Clock Tower, el primer Outlast demostró que lo único que hace falta es un diseño ingenioso y controles responsivos. Y con la segunda parte tales características recibieron un refinamiento; hasta cierto punto.
La esencia del terror
El argumento parte de un reportaje que están haciendo el camarógrafo Blake Langermann —nuestro protagonista— y su esposa Lynn, el cual involucra encontrar a los responsables de sodomizar a una adolescente. Lo que esta pareja no contemplaba es que su curiosidad los llevaría a las fauces de un pueblo entre las montañas, en el que habita una secta al borde del fanatismo religioso y la adoración satánica. A pesar de que la trama comienza con algo simple (rescatar a Lynn y huir), la sucesión de eventos muestra que escapar será una opción cada vez más compleja, que los pobladores tienen un historial más espeluznante de lo que se refleja al inicio, y que los personajes principales podrían estar ahí por más que casualidad.
Lo interesante es que no se trata sólo de un cuento de terror con referencias religiosas, sino una crítica inteligente y provocativa en contra del fanatismo, de la corrupción eclesiástica y del abuso de poder. Conforme avanza la narrativa te adentras en dichos conceptos, al principio con horror, pero después preguntándote si el comportamiento barbárico de estas personas está injustificado. Y es que el objetivo del argumento es claro: ponerte a pensar acerca de cuestionamientos muy serios. No es una lección de moral, claro está, en su lugar estamos ante una amalgama precisa pero efectiva de trama envolvente con horror genuino y terror psicológico. Es más, podría asegurar que los desarrolladores quisieron crear un sucesor espiritual de Silent Hill, dado que la temática habla de los tormentos del purgatorio y los plasma de forma visceral.
Ahora bien, con frecuencia el terror dentro del mundo del entretenimiento es representado por medio de entidades paranormales e inverosímiles, ajenas a la realidad en la que vivimos. Espectros, zombies, demonios, la lista es interminable. Pero cuando superamos nuestros instintos primitivos, lo verdaderamente aterrador toma forma humana, para mostrarnos que cualquier persona es capaz de distorsionar su cotidianeidad en acciones abominables. Asesinos seriales, violadores, secuestradores, pederastas. De ahí proviene la naturaleza del terror que transmite Outlast 2. Hay uno que otro elemento fantasioso, pero en su fundamento el relato es muy humano y, ambiguamente, en extremo inhumano.
Obviamente una población con instintos homicidas no parece imponer suficiente amenaza, sobre todo ante tantos juegos que utilizan recursos más atemorizantes, pero la ambientación está ejecutada de tal manera que se siente realista y, en consecuencia, garantiza una tensión más entrañable. Lo anterior cobra mayor valor conforme experimentas peligro a través del protagonista, ya que los recursos de supervivencia son extremadamente limitados. Y los desarrolladores se aseguran de hacerte saber que si estuvieras en una situación similar que la de Blake, tu suerte se extinguiría en minutos, al mostrarte toda clase de muertes. Por otra parte, aún si gran cantidad de los sustos provienen de momentos sorpresivos o “monstruo de closet”, como nos gusta llamarle, la falta de mecánicas para defenderte hará que no dejes de sentir pánico, miedo o en su defecto, nerviosismo de saber que alguien te acecha y que no tienes idea de cuándo ni dónde aparecerá.
Mecánicas sencillas, pero eficaces
Como seguramente imaginas, en esta retorcida historia el sigilo es clave, de la misma manera que se manejó con el primer Outlast. Pero en lugar de navegar entre habitaciones de un psiquiátrico, tendrás que abrirte paso a través de una intrincada zona rural atestada de vegetación, casa maltrechas, sinuosas cavernas y pequeños pantanos. Con frecuencia te enfrentarás a lugares laberínticos, aunque básicamente el avance es de punto A, a punto B, así que sólo tienes que explorar un poco hasta dar con el punto de acceso a la siguiente área. Esto quiere decir que en cuanto a diseño los escenarios pecan de simples, en favor de evitarte frustraciones. Verás, el esquema de supervivencia de Outlast 2 está basado en un defectuoso prueba y error, en lugar de exigir habilidad genuina, lo que en consecuencia te obligará a repetir una y otra vez ciertas secciones. A decir verdad ese es uno de los defectos del juego, pues eventualmente el terror se transforma en frustración, debido a que las indicaciones de cómo escapar son muy sutiles y para cuando descubres la solución al acertijo, ya es demasiado tarde. Mientras que la sutileza refuerza una ambientación orgánica —las señales del camino correcto se muestran en la forma de huellas ensangrentadas, lámparas encendidas, ramas torcidas— , el ejercicio de memorizar las rutinas de cada enemigo rompe con la inmersión.
Otra cualidad heredada por Outlast 2 de su antecesor es que tu protagonista lleva consigo una cámara de video, claro que, en este caso, tiene mucho más justificación argumental si estás controlando a un individuo cuyo empleo es ser camarógrafo. La cámara es el principal método de interactuar con ciertos aspectos de este este espeluznante lugar, por un lado es una herramienta que te permite grabar eventos importantes para después revisarlos y obtener pistas que complementan la trama; por otro puedes utilizar su filtro de visión nocturna con el fin de abrirte paso en la penumbra porque, como tal vez ya notaste por las imágenes, toda la narrativa sucede de noche. Por tal razón el recurso más valioso del juego son las baterías, las cuales deberás rastrear incesantemente dado que cada carga de la cámara dura apenas unos minutos. Que aún si te quedas sin pila, puedes continuar avanzando, el único inconveniente es que tu visión en lugares oscuros será casi nula y, obvio, estarás en desventaja frente a cualquier peligro.
Peligros como los que posicionaron cuidadosamente los desarrolladores en cada rincón de su obra. A cada paso que das hallarás miembros de la secta, acechando para aniquilarte, ante lo cual resulta afortunado que encuentres numerosos escondites ubicados de manera conveniente a lo largo del recorrido. Aunque, no importa si es un barril, un armario, debajo de una cama o la profundidad del agua, deberás mantenerte en constante alerta dado que los enemigos te rastrearán eventualmente o, dicho de otro modo, quedarte quieto en el lugar equivocado es sinónimo de una muerte segura. Desafortunadamente la inteligencia artificial carece de astucia y expresa fallas de programación, al punto de que en ocasiones pasarás a centímetros de un enemigo y no habrá reacción alguna; casi nunca sucede, pero cuando pasa te saca de la ambientación. Y ya que estamos hablando de problemas técnicos, el control se desempeña suficientemente bien, pero está limitado por fallas en el diseño: hay movimientos que se sienten pesados, la evasión de obstáculos no es tan precisa así que en algún momento ese problema te hará morir y, peor aún, aún cuando el protagonista es capaz de escalar peligrosos riscos, no puede saltar un pequeño obstáculo —gracias a que el desarrollador no lo contempló dentro de su diseño—. En pleno 2017 tremendas limitaciones deberían de resolverse de forma más elegante.
La magia —negra— de Outlast 2 es que incluso después de 13 horas de juego, la ambientación se mantiene terrorífica y su efecto de tensión no se pierde. Su mecánica es la misma de principio a fin, sin evolución ni desarrollo, lo cual podría resultar cansado para los más temerarios que no se dejan sorprender ni por las leyendas del género, pero para el resto y, sobre todo, para quienes tiemblan con ligeras dosis de terror, la experiencia que brinda este juego será deliciosamente traumática. Lo cierto es que a pesar de sus defectos, la atmósfera te remitirá a una obra maestra del terror, incompleta, con tropiezos, pero memorable e inquietante, en especial cuando estás de frente a su desconcertante escena final.
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