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Un pilar de la escena independiente se encuentra en el género Metroidvania, construido por 2 franquicias infravaloradas pero cuyo impacto persiste hasta nuestros días e influyó en varias generaciones de creativos. Actualmente, que una nueva entrega de este tipo se anuncie y debute parece un exceso, pero si cumple con las bases y el diseño, y las mecánicas son sólidas y hay elementos originales que resalten, obtendremos, cuando menos, una experiencia entretenida. Tal es el caso de Tales of Kenzera: ZAU.
La pérdida de un padre y la negación de la muerte
Hace unos días debutó Tales of Kenzera: ZAU, la nueva obra surgida dentro del sello EA Originals desarrollada por Surgent Studios. Se trata de un proyecto dirigido por Abubakar Salim, la voz de Bayek en Assassin's Creed Origins, quien lo tomó como una oportunidad para mostrar parte de la mitología africana y la cosmogonía nacida en la complejidad de la lengua Bantú, una de las raíces sociales y culturales del continente, un gran ejemplo de la idea del lenguaje como patria de Emil Cioran. Al mismo tiempo, este Metroidvania es una obra catártica, pues Abukabar Salim también la concibió para lidiar con la muerte de su padre; tanto así, que es el concepto que da origen al juego.
Tales of Kenzera: ZAU presenta una situación de pérdida: el joven Zuberi perdió a su papá y sigue sin aceptar su partida. En la búsqueda de respuestas, su madre le entrega un libro que su padre escribió para él, una historia fantástica que le ayudará a comprender que morir es inevitable y es parte de la vida. Acto seguido, la lectura de Zuberi nos pone en el mundo que da título al juego, Kenzera, en control de un joven llamado Zau en fase de negación de la muerte de su padre, su Baba. Lidiar con el fallecimiento de los seres queridos nunca es fácil y realmente no existe la superación del evento funesto, simplemente aprendes a vivir sin los que ya no están y su recuerdo queda como cicatriz emocional.
"...en el caso de Zau la mitología de su pueblo indica que es posible satisfacer al dios de la muerte y pedirle lo que sea, incluso que alguien vuelva a la vida"
Zau sigue sin aceptar la muerte de su padre y es en ese momento —cuando chocan la fuerza y la debilidad— en que cualquier idea, por ilógica que parezca, cobra sentido. Las leyendas, los rituales, la cosmogonía, la mitología, todas ellas construcciones sociales, interpretan la vida con sus propias reglas y se integran a la dinámica que nos permite sobrevivir. Personalmente, no soy creyente, pero el concepto de Día de Muertos y la simple idea de que hay algo más allá de la vida y que en algún momento me encontraré con esas personas y mascotas me da tranquilidad y mitiga mi duelo. Pues bien, en el caso de Zau, la mitología de su pueblo indica que es posible satisfacer al dios de la muerte y pedirle lo que sea, incluso que alguien vuelva a la vida.
Kenzera y la aventura retando al dios de la muerte
Esta introducción nos lleva al encuentro entre Zau y Kalunga, dios de la muerte, quien reconoce las habilidades de Shaman que corren por las venas del joven, pero le advierte que su deseo sólo se cumplirá si entrega los espíritus de 3 monstruos. Por supuesto, la misión es complicada, pero desde la perspectiva de Zau, vale la pena porque le permitirá devolverle la vida a su Baba.
Tales of Kenzera: ZAU inicia en este contexto y el camino marcado por Kalunga en el reino de Kenzera. Visto desde una perspectiva general, debes saber que se trata de una propuesta compacta y accesible; no esperes la magnificencia de Hollow Knight, simplemente Surgent Studios tomó los elementos esenciales de los Metroidvania y buscó ejecutarlos de la mejor forma, así que más que un juego por demás exigente, estamos ante uno que podría servir de introducción al género para los nuevos jugadores o para quien no busca romperse la cabeza y pasar un buen rato con un reto aceptable.
A diferencia de otros juegos donde inicias con habilidades básicas, Zau tiene poderes y habilidades desde el principio, gracias a que tiene 2 máscaras: una de luna y otra de sol. La primera está pensada para ataques y habilidades a distancia, además de daño elemental con agua y hielo; la segunda simboliza el poder del fuego y el combate cuerpo a cuerpo. Es aquí donde Tales of Kenzera: ZAU acierta para brindar una experiencia de juego divertida, pues el dominio de los poderes de cada máscara, cada una con su respectivo árbol de habilidades que crece gracias a un sistema básico de progresión, resulta atractivo al combatir, resolver algunos acertijos e interactuar con los escenarios.
"A diferencia de otros juegos donde inicias con habilidades básicas, Zau tiene poderes y habilidades desde el principio gracias a que posee 2 máscaras, una de luna y otra de sol"
Durante la aventura el ciclo es el mismo: secciones de plataformas, algunos duelos contra enemigos, algo de backtracking, una previa a un enfrentamiento importante marcada por batallas con oleadas de criaturas en espacios cerrados y la pelea contra un jefe.
Lamentablemente, el contenido no enriquece la experiencia. Lo que sucede es que hay pocos tipos de enemigos y sólo 4 jefes; sus batallas son retadoras y entretenidas, pero la dinámica se torna un tanto monótona, en especial porque pese a ser un Metroidvania y tener un mapa diseñado bajo ese principio, la experiencia es lineal con alguno que otro secreto, siempre sabrás hacia dónde ir. Esto convierte porciones de su mundo y plataformas en un sinsentido, porque sólo están ahí porque... pues porque sí, y son de relleno, pues.
Asimismo, Tales of Kenzera: ZAU peca en cuanto al desbalance en aquellas secciones donde la dificultad del juego se expresa en oleadas de enemigos en espacios cerrados. De inicio, el juego no encuentra una justificación orgánica para que eso suceda, parece como si fuera una obligación en términos de diseño, y después, el pico de dificultad que se presenta en esas situaciones se acerca peligrosamente al terreno de lo frustrante, aunque es algo superable para los jugadores experimentados.
Pese a ello, los ataques y las habilidades de Zau, aunados a la muy buena respuesta del control, son suficientes para entretenerse, sobre todo cuando comprendes y te especializas en los ataques y las combinaciones que puedes llevar a cabo gracias al uso de las máscaras y los amuletos para explotar tu creatividad en las batallas. Esto puede ser de forma básica, pero no por ello resulta menos divertida.
"El usuario experimentado y fan de los Metroidvania ya sabrá qué hacer, y el novato en el género encontrará un reto acorde a su experiencia"
Tales of Kenzera: ZAU apela a su propuesta compacta para salirse con la suya, pues no estamos hablando de un juego que pueda cumplir con lo mínimo a distintos tipos de jugador. El usuario experimentado y fan de los Metroidvania ya sabrá qué hacer y el novato en el género encontrará un reto acorde a su experiencia.
En cuanto a la experiencia audiovisual, Abubakar Salim no desaprovechó la oportunidad para honrar las raíces africanas con un mundo colorido lleno de detalles y fondos espectaculares. África no es sólo desiertos y sabana, es un continente con distintos ecosistemas, lleno de colores y con una diversidad cultural impresionante. Lo mismo se expresa a través de la banda sonora inspirada en ritmos africanos, cuyos temas resaltan los espacios y las situaciones, como aquella breve expedición por las minas acompañada de una canción por demás relajante que te hace apreciar cada detalle, en ese sentido, Tales of Kenzera: ZAU se ve y se escucha genial.
Tales of Kenzera: ZAU cumple, pero nada más
Visto como un juego que va al grano y que toma algunos elementos esenciales del género Metroidvania —no todos— para brindar una experiencia accesible, Tales of Kenzera: ZAU cumple y, sin duda, pasarás un buen rato, aunque nada que te cambie la vida ni te lleve de regreso. Pese a sus limitaciones y fallas, la combinación entre el sistema de combate, algunos acertijos y retos en plataformas, así como las batallas con los jefes son suficientes para seguir adelante y ver si el dios de la muerte cumple su palabra. Como obra que honra las raíces africanas, Tales of Kenzera: ZAU es un título llamativo y que encuentra su lugar dentro de un género por demás competitivo y con un sinfín de juegos.
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