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Hablar de Thunder Wolves es como referirse a una de esas cintas de acción de la década de los 80 que no llegaron al cine y que forman parte del vergonzoso pasado de algunas estrellas de renombre. ¿Por qué? Bueno, el argumento es absolutamente intrascendente, los valores de producción son claramente limitados y la encomienda es clara: saciar el apetito de destrucción del espectador en este caso, del usuario, sin escatimar en recursos trillados y estereotipos.
Thunder Wolves es un juego de acción, donde adoptamos el rol de Max, un piloto de helicóptero novato, quien se incorpora a un escuadrón de mercenarios que cumple misiones repartidas por varias zonas de conflicto durante fines de la década de los 80 y comienzos de los 90. Conforme avanza la historia, descubrimos que el villano es Serpent o Serpiente, líder de una fuerza paramilitar que pretende poner al mundo de rodillas como suele ser el caso.
En realidad no hay mucho más que decir con respecto a la historia. Serpiente es el antagonista y nuestro objetivo es destruir su ejército. A lo largo del juego no conocemos más detalles de Max, ni de los otros miembros del escuadrón Thunder Wolves que lo acompañan, sólo hablan para indicarnos cada misión y los objetivos secundarios; no más.
Por si fuera poco, el final es absolutamente anticlimático y abrupto. Sólo aparece una pantalla negra y empiezan a salir los créditos.
lLas actuaciones de voz no son precisamente de lo mejor. Si bien es verdad que el juego es deliberadamente exagerado o eso queremos pensar, los diálogos resultan acartonados, repetitivos y a veces irritantes. ¡Denme un amén! y ¡Coman esto, perdedores! son algunos ejemplos de las frases que se escuchan constantemente, todo al compás de rock genérico.
Gráficamente tampoco hay mucho que rescatar. Thunder Wolves dista de ser realista, y aunque eso no es una falla en sí misma, los efectos visuales, las animaciones, las explosiones y el terreno parecen salidos de una generación previa. Por otro lado, hay que destacar el grado de destrucción, pues prácticamente todo puede hacerse pedazos, desde una simple torre de vigilancia hasta un complejo industrial o una cuadra completa de una ciudad.
Ahora bien, el punto fuerte del juego es que resulta entretenido por un rato y sumamente accesible. Los controles son fáciles de aprender y responsivos, y la acción no cesa en ningún momento. A lo largo de las 13 misiones que conforman la campaña, prácticamente no hubo un instante en el que dejáramos de presionar el gatillo para disparar y eso le da un matiz catártico a la experiencia, aunque después de media hora, es probable que prefieran dejar el control para descansar un rato.
La maniobrabilidad de los helicópteros es satisfactoria y existe una decena de modelos, así como algunas variantes en términos de movilidad, armadura y arsenal, como misiles teledirigidos, proyectiles rastreadores, otros cuya punta se divide en múltiples ojivas para dejar caer una auténtica lluvia de fuego, mira láser para solicitar soporte aéreo de aviones A10. También hay segmentos en los que adoptamos el rol de artillero en el costado del helicóptero o el AC130, para concentrarnos únicamente en disparar.
Thunder Wolves ofrece una modalidad cooperativa local que le agrega algo de sustancia a la experiencia. Bajo este modelo, un jugador mueve al helicóptero, dispara la metralleta y libera bengalas, mientras el otro acciona su propia metralleta, pero también tiene a su disposición misiles y, por supuesto, su propia mirilla. Como el resto del juego, esta opción es entretenida por un rato.
Existen 3 niveles de dificultad y para el jugador veterano, el nivel experto es el recomendado, pues de otra manera, el juego se completa en una sola sentada. Los puntos de control o checkpoints están bien repartidos y nunca tuvimos algún momento de frustración o confusión. Insistimos, una de los principales atractivos de este título, es que es directo, accesible y entretenido por intervalos de media hora.
Si buscas una experiencia simple y saturada de explosiones (y tienes puntos o dinero que te sobre), ThunderWolves puede ser una opción, aunque en términos generales se trata de una experiencia mediocre e intrascendente. Hay que tener presente que se trata de un arcade, pero si algo demostró esta generación, es que se puede aspirar a mucho más, siempre que haya creatividad. ThunderWolves no es un juego creativo y francamente parece hecho sin cuidado.
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