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Luego de poco más de un año cosechando elogios en otras plataformas, This War of Mine llega finalmente a consolas y lo hace con una entretenida expansión que, de nueva cuenta, hará que los fans del FPS vean la guerra desde una óptica diferente: la de los niños.
Te invito a que leas nuestra reseña original para que puedas comparar las versiones del juego, pero para resumirla, baste decir que This War of Mine es un juego de estrategia bidimensional con elementos de sigilo donde la encomienda es lograr que un grupo de civiles sobreviva a un conflicto armado en curso. Aquí, la idea no es disparar por doquier, sino más bien explorar los peligrosos alrededores en busca de provisiones y administrarlas salomónicamente para mantener con vida a los siempre hambrientos, enfermos y tristes sobrevivientes. El juego es difícil y ahora, con niños, lo es todavía más.
El juego es difícil y ahora, con niños, todavía más
Antes de hablar de las mecánicas, diré que además del modo historia regular —donde el juego te lanza al campo de batalla con un grupo de personajes aleatorio que va creciendo conforme avanza el conflicto— permanece la alternativa de crear tu relato combinando a los supervivientes que hayas desbloqueado y modificando las "condiciones de victoria" —por ejemplo cuántos días toma llegar al fin de la guerra, qué tan crudo será el invierno o si habrá uno, cuán violento será el conflicto, así como las locaciones disponibles para explorar—, de las cuales hay alrededor de 20.
En This War of Mine: The Little Ones puedes disfrutar la experiencia original, pero también integrar a tu grupo variable de 4 supervivientes a un niño o a una niña. Puede parecer poca cosa, pero existen algunos cambios aunque, en apego al realismo, este miembro del grupo no pueda tomar parte en la mayoría de las tareas necesarias para mantener el refugio andando. No puede construir más que sus propios juguetes. No puede lootear pilas grandes de escombros. Obviamente, no puede salir a pepenar y tampoco puede interactuar con comerciantes. En otras palabras y, aunque suene feo, representa un obstáculo para cumplir con la meta que es sobrevivir durante poco más de 40 días.
Igual que los sobrevivientes adultos, los niños tienen antecedentes. Hay unos que vienen acompañados por un familiar, ya sea su papá o un tío, mientras que otros están solos, como Sergei, cuyos padres ricos desaparecieron y lo dejaron atrás. Ahora bien, el rol de los niños está caracterizado por sus necesidades físicas pero también emocionales. Todos los personajes en el juego llegan a ponerse tristes y necesitan interactuar con otros para capotear la depresión, pero en el caso de los niños, esta necesidad es más aguda y desatenderla tiene efectos más adversos sobre la dinámica de grupo, lo cual encontré irritante, pero creíble. Es decir, si no interactúas con el niño o niña en cuestión, su situación anímica empeora; quizá tenga pesadillas o no deje dormir a otro miembro del refugio; tal vez moje la cama, etcétera.
Para lidiar con esto sin tu ayuda, los niños juegan e incluso pueden construir juguetes simples como pelotas o cuerdas para saltar, mientras que los otros supervivientes pueden construir para ellos objetos más elaborados como columpios o sorpresas con osos afelpados que encuentras regados en algunos puntos de exploración y que te pondrán en situaciones un poco incómodas, como la de decidir si inviertes una ranura del inventario para llevar al peluche o para llevar comida.
En aras de la experimentación, la primera vez que jugué con un niño en el grupo quise ver qué pasaba si lo ignoraba por completo. El resultado fue que, cuando estaba anémico, él y su tía abandonaron el refugio en busca de mejor suerte; eso en vez de morir, como hubiera ocurrido con cualquier otro superviviente.
También vale la pena hacer escala en la presentación y el rendimiento del juego en una consola como el Xbox One. Mi experiencia con This War of Mine había sido en PC y tablet, y aunque no se trata de un título demandante en términos visuales, los equipos de gama baja tenían problemas para reproducirlo con solvencia. No es sorpresa entonces que en Xbox One, el juego opere muy bien, aunque me parece que para ser tan simple, los tiempos de carga entre día y noche son relativamente prolongados. Hablo de 10 segundos, pero cuando recuerdas que es un título bidimensional con un arte conceptual grisáceo y apariencia de dibujo a carbón, considero que las transiciones deberían ser prácticamente instantáneas. La identidad visual es muy marcada; el cinemático de arranque es llamativo y lo único realmente intrascendente es la música porque sólo es ambiental. No existen diálogos, pero hay mucho que leer y los niños se limitan a balbucear algunas cosas o a demostrar su estado de ánimo con sonidos breves y sollozos.
Otro detalle son los controles. Todo lo que en PC harías con el mouse o con el dedo en un iPad, aquí opera con el stick. Como he dicho en otros casos, sería mejor el d-Pad, pero aquí sirve para alternar entre los diferentes íconos de acción disponibles en un momento dado, así que te mueves con el stick. El resultado es adecuado, pero ahora que lo jugué con un control, noté que el tiempo de respuesta de los mandos de movimiento no es óptimo. Es decir, para cambiar de dirección tienes que esperar una fracción de segundo a que concluya la animación previa. El ritmo es semilento, así que la situación no es crítica, pero puede conducir a momentos un poco desesperantes, como cuando subes o bajas escaleras.
The Little Ones representa una buena compra y una experiencia de juego profunda
Antes de cerrar con el tema de la presentación, me gustaría hacer escala en el tema del tamaño de las fuentes, mismo que suele delatar el origen de los juegos concebidos, primero, para PC y que cuando hacen su transición a consola, maltratan tus ojos. Bueno, This War of Mine: The Little Ones padece ese problema. La interfaz es entendible y funcional en un televisor, pero leer puede ser problemático y aquí abundan las cajas de texto. ¡¿Qué les hubiera costado subir 2 o 3 puntos al tamaño de la fuente?!
Como paquete aislado y con una etiqueta de aproximadamente $20 USD, The Little Ones representa una buena compra y una experiencia de juego profunda y original, pero si ya lo tienes en tablet o PC, no creo que valga la pena invertir de nuevo en él sólo por la expansión —que no existe en Steam—. Esta versión cambia la experiencia, pero no lo suficiente como para repetir la compra en otra plataforma, sobre todo si los controles y la presentación no están perfectamente optimizados.
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