Review

El hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos

Poca mantequilla untada en demasiado pan
LEVELUP 7 Regular

PROS:

Dirección de arte sobresaliente

Los efectos especiales

Interpretaciones de Ian McKellen y Martin Freeman

La batalla de los Cinco Ejércitos

CONS:

La adaptación del libro al guión de la película

Licencias sobre la obra original

Cursilería

El Hobbit es uno de los libros más entrañables que he leído. Me ha acompañado en distintas etapas de mi vida y en momentos difíciles. Algunos se refugian en la lírica nostálgica de Yeats o la bonachona prosa de Márquez, pero yo encuentro mi tranquilidad en la humilde narrativa de Tolkien, cuya pretensión más grande fue reescribir la Biblia con elfos y enanos. Muy inglés, el profesor de Oxford enarboló un universo rico, enmarañado y entrañable.

Un universo rico, enmarañado y entrañable

A veces, no se trata de descifrar el universo o encontrar el verdadero nombre de las cosas, sino de contar una gran aventura. A Tolkien debemos buena parte de la concepción de la ficción medieval moderna. Sin él, los dragones, elfos, enanos, orcos y trasgos no tendrían la preminencia actual en la alta fantasía. Profundamente católico, el autor sudafricano concibió un mundo con escasos matices morales; tal vez ése es su atractivo mayor. Con la publicación de ya 6 películas, Peter Jackson terminó de cimentar la imaginería en el gusto popular. El hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos es, probablemente, la última ventana fílmica a este universo en mucho tiempo. La obra principal publicada por Tolkien ya ha sido explorada; lo único que queda es un complejo entramado de historias que cumplen el rol de ser génesis de dicho universo —El Silmarilion—, y son tan enrevesadas que dudo mucho que alguien se atreva a llevarlas al cine.

Un buen antagonista
Un buen antagonista

Pero regresemos al tema de esta reseña: El Hobbit, libro que Tolkien escribió para sus hijos y que fue dividido en 3 películas por Peter Jackson para su adaptación al cine. La culminación de esta trilogía concentra prácticamente toda la acción de la obra. El clímax que fue substituido por cabriolas en La desolación de Smaug aquí se diluye durante la duración de la película. La verdadera amenaza, que en El Hobbit se revela con maestría hacia el final de la narración y que Jackson decidió sugerir desde la primera película se muestra en toda su gloria: un ejército masivo de orcos que los habitantes de la región deberán enfrentar.

Jackson expande la función de personajes secundarios con tal de llenar los minutos de la trilogía de películas

El comienzo de la película es abrupto, pues prácticamente somos introducidos durante del ataque de Smaug a Esgaroth. Rápidamente recordaremos las peripecias que el grupo de enanos sufrió para llegar a la montaña, así como las actuaciones exageradas y que rayan en lo ridículo de Stephen Fry y Ryan Gage como el Gobernador y Alfrid, respectivamente. La presencia forzada de los elfos Tauriel y Legolas, así como del Bardo, resta importancia a los enanos y a Bilbo, quienes son los verdaderos protagonistas y motor principal de la narración. Jackson expande la función de personajes secundarios con tal de llenar los minutos de la trilogía de películas. El resultado final es un filme que se siente, si usamos el símil de Tolkien, como poca mantequilla untada en demasiado pan.

Kili fue de enano testarudo a cursi interés sentimental
Kili fue de enano testarudo a cursi interés sentimental

Hay, a pesar de lo anterior, elementos positivos de esta licencia. El Bardo, por ejemplo, en el libro es introducido como un deus ex machina apresurado para resolver una importante crisis, mientras que en la obra de Jackson su presencia está más justificada, aunque al final el director abuse al límite del personaje e invente roles para él que no eran necesarios en la trama.

No son secretas las declaraciones del hijo de Tolkien, quien señaló que las películas no sólo han difuminado el mensaje original de los libros, sino que los han despojado de todo significado profundo para convertir la obra de su padre en un ardid de la cultura pop. Si bien pienso que son algo exageradas, puedo notar algo de verdad en la amargura de sus palabras. El temple severo de los enanos se degenera en un humor caprichoso. Cuando Kili es reducido al interés amoroso de un elfo, el personaje se transforma en un extraño galán deforme. Las gloriosas muertes en batalla del libro son transformadas en sentimentales momentos que rayan en el cliché. La batalla misma, concisa en el libro, termina por diluirse durante 2 horas en la pantalla. Para cuando alcanzamos el clímax, la cursilería introducida por las relaciones sentimentales que Jackson se sacó de la manga ya ha terminado de arruinar cualquier sentimiento épico en nosotros.

Orlando actuó bien, pero ni su personaje ni el de Evangeline son necesarios
Orlando actuó bien, pero ni su personaje ni el de Evangeline son necesarios

Si Jackson disponía de tanto espacio en las 3 películas para plasmar al pie de la letra El Hobbit, no me explico porqué en lugar de eso se dedicó a realizar cambios arbitrarios al que ya era un libro redondo y cabal. El error principal de la adaptación puede ser resumido por una anécdota. Cuando a Viggo Mortensen le ofrecieron participar en El Hobbit, el actor respondió halagado (parafraseo): "agradezco mucho que me hayan considerado, pero mi personaje ni siquiera aparece en los libros". Imaginen sólo introducir personajes en una historia para que las miopes audiencias puedan identificar que se trata del mismo universo narrativo. Así, como si completara una lista de requisitos de Hollywood, Jackson satura la ficción alegre y precisa de Tolkien con lugares comunes del cine taquillero.

Sus errores sólo son visibles para quienes conocen la obra original

Dicho lo anterior, El hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos no carece de virtudes. El lenguaje visual del filme es magnífico: toda la primera secuencia del dragón parece una pintura al óleo en movimiento, rica en tonos ocres y rojos. Durante la batalla, los fantásticos encuadres permiten apreciar las estrategias de los 5 ejércitos. La indumentaria orca y de los enanos también es sobresaliente, así como las coreografías de combate y la música. La producción, en general, está a la altura de cualquier producción AAA contemporánea. El único, y más grave, punto flaco del filme es su torpe guión.

Los fanáticos de hueso colorado de Tolkien seguramente pegarán el grito en el cielo al ver cómo Jackson mutiló un gran libro. Quienes no sean tan rigurosos o sólo sean admiradores casuales de la alta fantasía probablemente se sentirán complacidos con esta película que cumple todos los requisitos de Hollywood al pie de la letra. El hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos es una gran película palomera, pero no busquen más que eso. A fin de cuentas, sus errores sólo son visibles para quienes conocen la obra original. La película en sí misma alcanza el estándar mínimo de decencia.

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